lunes, 11 de agosto de 2014

La marca del ángel

Existe una antigua leyenda sufí, según la cual ,antes de venir al mundo, los seres humanos conocemos el número exacto de las estrellas del firmamento y el de los granos de arena de todas las playas del planeta; lo sabemos todo acerca de los mares y de los cielos y de la historia del hombre, y poseemos las respuestas a todos los  misterios que espolean la imaginación de la humanidad desde hace milenios.  En el momento en el que nacemos, un ángel  desciende sobre nosotros, nos sella la boca con su dedo índice y extrae mediante él, todo el conocimiento almacenado en nuestras cabecitas, mientras nos susurra al oído:
 "¡Ssshh! ¡No cuentes lo que sabes! ¡Olvida! ¡Aprende!".
Dice dicha leyenda que la hendidura que todos tenemos entre la nariz y el labio superior es el lugar en el que el ángel pone su dedo: la marca del ángel.



Si creemos la leyenda podríamos pensar que algunos ángeles anduvieron un tanto despistados o que se excedieron en su cometido ya que, además de extraer el conocimiento almacenado, a algunas personas sus ángeles les privaron de las habilidades necesarias para recibir, procesar, responder o comunicar información, con lo que aquellas personas sufrieron dificultades para aprender y usar ciertas destrezas, como la lectura, el habla, la ortografía, la audición, el razonamiento o las matemáticas. Esas dificultades pueden ser el resultado de una discapacidad para el aprendizaje.

Como no me gustaría pensar que estas personas han tenido que esforzarse mil veces más que los demás en aprender aquellos conocimientos que ya poseían antes de su nacimiento, por culpa del descuido caprichoso de sus ángeles de la guarda, y como mi ánimo romántico, que es muy dado a la ensoñación y la fantasía, me lleva a creer en mejores historias que esa , prefiero pensar que, en realidad, son las personas discapacitadas, cual ángeles en prácticas, las que nos ayudan a nosotros a aprender aquellas cosas que no descubrimos en la escuela, en los libros o en los tratados. De ellos aprendemos la capacidad de sorpresa por lo cotidiano. Aprendemos paciencia en un mundo que se rinde a las prisas. Aprendemos amor desinteresado en una vida en la que priman los intereses. Aprendemos la constancia en un mundo que premia la rapidez. Aprendemos a valorar los pequeños logros en un mundo en el que solo los mejores, los número uno, son valorados. Aprendemos entusiasmo por lo sencillo cuando muchos están de vuelta y creen saberlo todo.
 Tal vez, los sabios sufíes olvidaron añadir esta parte a su leyenda, aquella que dice que los ángeles seleccionaron a unos elegidos para susurrarles al nacer: "¡Enseña!"





Hoy en mi trocito de cielo os recomiendo un paseo por la villa medieval de Pedraza, en Segovia. Cualquier momento es bueno para visitar esta localidad amurallada y custodiada por un castillo; además sus callejuelas, la plaza y la puerta de la villa hacen que este pueblo sea especial y romántico.
Una estupenda opción para pasar un día diferente.








5 comentarios:

  1. Jobar con los angelitos en prácticas!! Enseñan más que lo Maestros (Lo siento Conchi por lo que te toca, jeje..) Por lo que dices, parece que son ellos los que escriben los libros de la vida. Que suerte tener en casa una enciclopedia.
    Por cierto, vaya fotos mas chulas!!

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  2. Hermosa historia del ángel, no sé como llegó a mi, pero nunca la olvidé. ...

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