En un mundo de sonidos, Alberto ha crecido rodeado de silencio. El sentido del oído es algo que, a menudo, no valoramos en su justa medida. Una de las características del sonido es su capacidad para generar emociones; teniendo en cuenta el volumen, el tono, etc... un niño es capaz de distinguir entre ternura, reprimenda, afecto, miedo... La falta de audición le priva de sentimientos y situaciones afectivas con los demás y, además, obstaculiza la imitación de sonidos y el aprendizaje espontáneo del lenguaje oral. Al contrario de lo que muchos piensan, las personas sordas no son sordomudas, ya que, la mayoría, son capaces de comunicarse a través de la lengua oral y/o de la lengua de signos.
Es curioso ver las reacciones de la gente cuando saben que Alberto no oye; algunas personas, de repente, le ignoran y siguen hablando contigo como si el niño no existiera, como si el hecho de que sea sordo le impidiera relacionarse con los demás; otros, en cambio, se dirigen a él, le hablan directamente, pues entienden que esa carencia debe verse reforzada visualmente, con gestos, con expresiones faciales, que permitan al niño integrarse e interactuar.
Descubrimos que Alberto no oía cuando acudía a estimulación temprana, una vez diagnosticado el síndrome del cromosoma 20 en anillo. Apenas nos habíamos recuperado de la noticia de su discapacidad y ya teníamos que hacer frente a un nuevo obstáculo en el camino. Comenzaba otro peregrinaje por consultas médicas y pruebas auditivas aquí en Valladolid y en otras ciudades. Probamos con audífonos e, incluso, valoramos la posibilidad de realizarle implantes cocleares, pero su retraso madurativo y las crisis que sufría, privaron al niño de estos avances.
Dos locos de la música tenían un niño sordo. A veces pienso que Dios tiene un sentido irónico del humor.
Pero pensé, si la música no llega a sus oídos, mis ojos serán su melodía; y si no escucha mis te quiero, se los haré llegar mareándole con besos y abrazos; si hay personas que no saben comunicarse con él, yo seré la intérprete que traduzca todo lo que sucede a su alrededor.
Y bailaremos juntos las canciones más bonitas , siguiendo el ritmo de nuestros latidos.
Dos locos de la música tenían un niño sordo. A veces pienso que Dios tiene un sentido irónico del humor.
Pero pensé, si la música no llega a sus oídos, mis ojos serán su melodía; y si no escucha mis te quiero, se los haré llegar mareándole con besos y abrazos; si hay personas que no saben comunicarse con él, yo seré la intérprete que traduzca todo lo que sucede a su alrededor.
Y bailaremos juntos las canciones más bonitas , siguiendo el ritmo de nuestros latidos.
Mi compañero y amigo Diego Gómez expone sus fotografías este fin de semana, así que quería que mi trocito de cielo fuera un pequeño avance de sus trabajos. Dedicado a todas las personas sordas, que saben valorar mejor que nadie la fuerza de una imagen.
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